
El Sonido de la Vida: La música como derecho cultural – por Berenice Corti*
diciembre 11, 09Columna publicada en el número 1 de la revista digital Living Jazz, noviembre de 2009.
El incendio en el local República de Cromañón, cuyas circunstancias arrojaron el dramático saldo de 194 muertos y 700 heridos mientras se realizaba un recital de rock, aceleró y evidenció además los profundos cambios que venían produciéndose en el campo de la cultura, en especial en relación a la práctica de la música en vivo. Por un lado, se pusieron en primer plano las cuestiones de seguridad de los espacios físicos, adjudicándosele a la actividad musical una peligrosidad intrínseca en lugar de buscar sus causales en la lógica del lucro sin límites y la ausencia del Estado. Por el otro, hoy puede constatarse que el modelo autosustentable de la cultura se vuelve imposible sin el apoyo de la sociedad, a riesgo de ser absorbido por la dinámica mercantil que nada se implica en derechos culturales y problemáticas estéticas.
En tanto sólo el productivo, el rentable y el seguro están habilitados para practicar la música en vivo, no sólo han desaparecido espacios para tocar sino también se han concentrado las manos que los ofrecen, a tono con los procesos transnacionales del negocio de la música y el regreso de las políticas desdeñosas de la cultura pública.En este contexto, los proyectos de Ley de la Música ponen en el tapete diversos aspectos tales como la desalarización y la precarización de la actividad, las alternativas de autogestión, el impacto de la digitalización de la música o el rol del Estado en la política cultural.
Así, saltan a la vista las brechas existentes entre las condiciones de producción de la cultura y los derechos culturales consagrados por las legislaciones nacionales y locales. El debate en ciernes sobre la ley constituirá una nada despreciable oportunidad para comenzar a zanjar esas distancias, desnaturalizándolas. La cultura es un derecho y no una opción de mercado, accesible sólo a los que pueden pagarla o en tal caso, consumirla. Todos podemos hacer y practicar, asistir a la música y disfrutarla. Es un derecho cultural que debe ser protegido y promovido en toda su diversidad.* Investigadora en Música y Cultura. Fue productora independiente de conciertos de jazz.
q loco verdad es super chevere